Hay crónicas que se escriben con la cabeza, y otras que se escriben con el corazón. Esta pertenece, sin duda, a las segundas. Todavía recordamos aquel día de junio, hace casi un año, en la interminable vuelta desde el Valle de Trápaga. El ascenso se escapó de manera cruel, en una fatídica tanda de penaltis tras un 3-1 que parecía definitivo. Sin fuerzas apenas para teclear, escribimos un último párrafo lleno de orgullo, porque eso era lo único que quedaba. Pero también lanzamos un titular que a día de hoy se entiende a la perfección: volveremos.


Y vaya si volvimos.


Sabíamos que no iba a ser fácil. Antiguoko y Oiartzun llegaban al último baile con todo en juego. Comenzó mejor el conjunto visitante, aprovechando una indecisión en defensa para que Alba regateara a Ipinza y pusiera el 0-1. Tocaba remar. Ainhoa al larguero, Carlota rozando el gol en una falta lateral… lo intentábamos, pero no llegaba. El Oiartzun, serio y ordenado, resistía, y encima era capaz de realizar transiciones peligrosas.


Pero tras el descanso, cambió todo. El equipo salió decidido a morder. Aunque en un córner el Oiartzun se adelantó de nuevo, lo que vino después fue un torrente emocional que ni el más optimista hubiera podido soñar. Primero Ainhoa, entre rebotes y fe, para el empate. Luego Leire Aranburu, que se coló entre las defensas para rematar de volea una falta frontal de Carla y firmar un 2-2 que valía oro. En otros campos los resultados eran favorables, pero se vió que nadie quería dejarlo al azar. Y entonces, como no podía ser de otra manera, apareció Ainhoa otra vez, para hacer el tercero, para cerrar la historia, para desatar el delirio.


Morales, desde la banda, pedía calma y convencimiento: «hasta cuando suene la sirena del colegio«, decía a las suyas. Y así lo hicieron, jugando con el alma y tranquilidad, sabiendo que el momento era suyo. Y cuando en el minuto 96 Garayalde señaló el final, Berio estalló. Lágrimas, abrazos, gritos, historia, 2 temporadas enteras esperando este momento.


Gracias a las jugadoras. A las que empezaron en agosto con ilusión renovada, a las que se sumaron por el camino para remar, a las que han sido ejemplo dentro y fuera. Habéis sido las verdaderas protagonistas, las que con esfuerzo, humildad y talento, habéis llevado al equipo donde merece estar.

Y también, por supuesto, gracias al cuerpo técnico: Endika, Ion, Itxaso e Iker. Sois mucho más que entrenadores. Sois una familia. Vuestro trabajo, compromiso y cercanía han sido pilares esenciales. Constructores de un grupo humano fantástico y de dos temporadas inolvidables.


Hemos vuelto. Hemos renacido. Hemos ascendido.


SOMOS DE LIGA VASCA.