Este domingo a las 16:00, en el campo de fútbol Mintxeta, comienza una nueva historia para el División de Honor Femenino. Y es que la Jornada 1 de la liga enfrentará a las de Endika Morales contra el C.D. Elgoibar. El viento sopla a favor por la gran pretemporada, pero también arrastra consigo el eco de una amarga despedida. El año pasado, en el Valle de Trápaga, el sueño del ascenso se esfumó tras una dura tanda de penaltis. Una herida profunda, un silencio que aún resuena, pero que también marca el inicio de un renacimiento. Y es que a veces, en el fútbol, como en la vida, la caída no es el final, sino el preámbulo de una nueva ascensión.


La cicatriz del pasado y la fuerza del presente.


Las imágenes de esa fatídica tanda de penaltis todavía están frescas en la memoria de cada jugadora. La Arboleda fue testigo de cómo la gloria se escapaba por un margen tan fino como cruel. Las lágrimas derramadas en aquel campo se transformaron en un pacto silencioso: volver más fuertes, más unidas, con una sed de revancha insaciable.


Durante la pretemporada, las jugadoras del Antiguoko han trabajado con una única misión en mente: redimirse. No se trata solo de entrenar las piernas, sino de fortalecer la mente, de entender que el verdadero rival no está en frente, sino en nuestro interior. Como un ave fénix, este equipo renace de sus cenizas, dispuesto a volar más alto que nunca.


El cuerpo técnico liderado por Morales ha diseñado una pretemporada centrada en recuperar la confianza y recordar conceptos clave que, en los momentos decisivos, pueden marcar la diferencia. Las jugadoras han trabajado duro para interiorizar el estilo de juego que define a este grupo. Pero, más allá de la táctica, lo que se ha forjado en estas semanas es un sentimiento de unidad, una convicción compartida de que este año también disfrutarán todos juntos.


El primer escollo en este nuevo camino será el C.D. Elgoibar, un equipo que sabe cómo hacer difícil la vida a sus rivales, especialmente en su propio campo. Mintxeta es un escenario complicado, pero  las celestes llegan con la confianza intacta, dispuestas a hacer valer su juego e imponer su ritmo desde el pitido inicial. La temporada pasada el conjunto celeste ganó en el último suspiro con un gol de Ainhoa.


El pasado se fue, y ahora es momento de vivir lo que se viene. Tras meses de espera, de preparación, de dudas y certezas, ha llegado la hora de demostrar que el renacimiento de este equipo no es solo una metáfora. Este equipo vuelve a la carga con una mezcla de juventud y experiencia, de pasión y corazón. El pasado, con sus sombras, ha quedado atrás. Lo que importa es lo que está por delante: un nuevo comienzo, un nuevo capítulo en una historia que promete emociones fuertes.


Sabemos que si algo ha dejado claro este equipo, es que no teme al desafío. La caída en Trápaga no fue el final, sino el principio de algo mucho más grande. Y este domingo, en Mintxeta, el conjunto celeste dará el primer paso de este nuevo viaje, con la firme convicción de que este año, el destino será diferente.


Es hora de renacer.